Ciber-ilusión

nte las maravillas informáticas de nuestra época, relucientes y milagrosos instrumentos eléctricos, casi todas las noches me encuentro sentado delante de ellos expresando mis sentimientos a quienes, a pesar de la distancia, les encuentro tan cerca.

Entre todas las palabras que se cruzan por tan plausible medio, muchas de ellas hipócritas, superficiales, triviales, insensibles y hasta estúpidas. Siempre estarán aquellas cargadas de una profunda reflexión sentimental. Palabras que leo, mas de una vez, absorto entre su significado imaginándome la voz que la creó y como dulcemente sus finos dedos las depositaron sobre el teclado para que pudieran ser leídas por mis ojos y escuchadas por mi alma.

Acompañado siempre de la dulce melodía que emana de la trompeta de Chris Botti y el piano que le acompaña, del Dry Manhattan que con mucha delicadeza hago cuando las luces de la ciudad se apagan y el aromático humo del cigarrillo rubio que mis dedos suavemente sostienen. Entonces es cuado me sumerjo en el agridulce placer de charlar con aquel corazón que jamás será mío por amor, con aquel cuerpo que nunca podré poseer en las noches que me restan de vida.

Pero aquello no me impide conversar a solas con aquella dama especial. Que a través de sublimes frases conecta, de alguna manera, nuestras almas y que aceleran gustosamente el ritmo de nuestros corazones cuando intercambiamos por escrito nuestras fantasías. Cuan gozoso es para mi entonces, encontrarme con las respuestas de que tales fantasías, si no fuera por la condenada y cruel distancia, serian saciadas hasta el límite de mis sentidos.

Tal placer, tal éxtasis, tal emoción tan distinta, tan fantasiosa, resultado del despertar diario de mi imaginación gracias a sus siempre bellas palabras. ¡Oh si!, ¡cuanto poder tiene mi solitaria mente!, ¡cuan inmensurable es la capacidad de mis lascivos pensamientos! Todo producto del más elaborado embrujo, un hechizo inconsciente obra de sus continuos halagos, de las soberbias imágenes que me envía y de su afable sonrisa a través de la cámara.

Ahora entiendo, muy a mi pesar, que todo es resultado de una ilusión de querer tenerla a pesar de lo imposible que resultaría tal acción. Es innegable la tristeza que me envuelve al sentirme impotente por no realizar nada mas que el fútil intento de seducirla y enamorarla a través de mis palabras. Cierto es, que soy tan débil como para aferrarme a una leve brisa otoñal como si de una robusta soga se tratase, e intentar convencerme que soy algo para quien su vida es en realidad completa.

A pesar de ello, de ser conciente de mí derrota a manos de los letales puños de la distancia y del destino. Siempre me exaltaré al verla por ese medio, siempre mi corazón latirá más fuerte al ver sus pensamientos trasformados en bits para mi deleite y siempre, aunque nuestros rumbos se distancien mas el uno del otro (si acaso eso es posible), usaré tales contemporáneos instrumentos para escribirle que la amo infinitamente y que la deseo cada noche con el mismo fervor…

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