Susurro

El mar como siempre tan vivo, tan infinito…
El mar fiel compañero ante mi soledad…

Conjurado bajo su hechizo de tranquilidad,
siento como el aire me arropa y me hace suyo,
llenando mi cuerpo de caricias y de sensuales aromas,
los cuales me brindan sosiego y paz…

El sonido imperante de sus olas,
afloran en mí un estado de éxtasis,
un trance el cual nubla mis sentidos,
vaciando en mi todo rencor, toda la ira…

Pero esta noche es especial,
la luna me acompaña en mi tristeza,
y aviva la quebrantada voluntad que poseo,
con su hipnotizador resplandor sobre la superficie del océano…

Ráfagas continuas de viento esta noche me traen algo sin igual,
el sonido de una voz, una apacible voz humana,
suave y clara,
con cierto halo de melancolía y añoranza…

Era la voz de mi dulce amante,
aquella con la que en su tiempo,
hizo brotar las flores del romance y el amor en mi corazón…

Clamaba por mí…
sufría y lloraba por soñarme cada noche y no poder tocarme,
moría cada día por imaginarme y no poder palparme,
arroparme en un sensual y calido abrazo era su mayor deseo…
besarme y entrelazarme con su cuerpo intentando así encender la llama de,
aquel aparentemente extinguido fuego de un amor lleno de fracasos,
era su cometido, aquella meta que le impedía vivir con serenidad…

Encimado en aquel susurro,
en aquella melodía que emanaba de su boca,
o simplemente emanaba de mi imaginación,
llore por un instante y le pregunte a mis naturales acompañantes,
el porque a veces un amor, una amante, una historia,
quedan marcadas a fuego en nuestro interior…

Obviamente no obtuve respuesta más que el silencio…
autenticó y reparador silencio…
¿lleno de frialdad? si…
frialdad que aunque no consigue apagar los ardores de mi corazón…
al menos le calma y así no le permite sentir tanto dolor por un ya viejo amor…

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