La música es el primer móvil del sentimiento, y cada melodía guarda entre los pliegues invisibles de su manto la memoria de una emoción vital del hombre.
Autoestima: Me dicen que el hombre se ama a sí mismo. ¡Ay, cuán grande debe ser su amor a sí mismo! ¡Cuánto desprecio tiene que vencer!
Belleza:
Cualesquiera que sean las palabras que se empleen para exaltar el mérito de una belleza, jamás causan la impresión que produce la belleza misma.
Caricia:
No es menos ofensiva arma la caricia en las mujeres que la espada en los hombres.
Combate:
¿Quién tiene mayor combate que el que se esfuerza en vencerse a sí mismo?
Enemigo:
Los amigos suelen abandonarnos a la hora de la desgracia; los enemigos nos siguen hasta la muerte.
Experiencia:
El buen juicio nace de la buena inteligencia y la buena inteligencia deriva de la razón, sacada de las buenas reglas; y las buenas reglas son hijas de la buena experiencia, madre común de todas las ciencias y las artes.
Familia:
La semilla primordial y mejor de la disciplina moral es la casa; luego viene la escuela y por último el mundo, gran escuela de la vida práctica.
Hombre:
Los hombres se creen más fuertes de lo que en realidad son, y sacrifican de buena gana la reputación de personas honradas a la vanidad de una astucia que carecen.
Libertad:
La libertad, Sancho, es uno de los preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra, ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida; y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres.
Melancolía:
Todos pueden estar tristes, pero la tristeza permanece siempre como la asignación o salario de las almas superiores.
Modestia:
Está uno obligado a aceptarse a si mismo, pero sería menester no mostrarse a menudo tan satisfecho.
Muerte: El hombre débil teme la muerte; el desgraciado la llama; el valentón la provoca y el hombre sensato la espera.
Noche: Cara a cara con la noche el hombre se abate, se arrodilla, se arrastra buscando protección o pretende tener alas. Casi siempre esquiva la informe presencia de los desconocido.
Pereza: El perezoso sin ambición se niega enteramente a la lucha y se da el nombre de filósofo.
Perseverancia: De migajas solo viven aquellos que nunca anhelaron comer en plato, o aquellos que por viejos ya no pueden esforzarse.
Pretensión: La variedad de las pretensiones no tiene fin. Hasta existe quien tiene la pretensión de no tenerlas.
Reputación: El esplendor de una reputación es como un espejo al que el leve vaho apaga en un instante todo su brillo.